Monday, June 14, 2010

Fe de errata. ¡Piñera, que valiente eres!

Fe de errata. ¡Piñera, que valiente eres!

En mi blog anterior menciono que José Piñera emite sus declaraciones por medio de una entrevista, la cual es publicada en un diario digital argentino llamado www.diarioperfil.com.ar. Sin embargo, un lector me comenta , como también pude corroborar de las declaraciones posteriores de José Piñera, que dicha supuesta entrevista nunca se realizó, siendo sólo una recopilación de textos emitidos por la red social conocida como twitter. Como se puede observar, al igual como sucedió en el caso del ex embajador Otero, la prensa trasandina suele acudir a dudosas prácticas con tal de generar noticia.

¡Piñera, que valiente eres!

¡Piñera, que valiente eres!

Tal vez más de algún lector que por a, b, ó c motivo no ha estado al corriente de la última controversia política pensará que el presente título obedece a una exclamación hecha en honor a nuestro actual Presidente. Cerca está -por lo menos a nivel familiar- ya que el modesto homenaje es para su hermano y no para él. Y no me refiero a aquel que nos ha deleitado por años en las páginas de espectáculo e incluso policiales, sino a quien fue uno de los elaboradores del más revolucionario sistema de pensiones y que hasta hoy es requerido por numerosos países para conocer su experiencia. Me refiero a José Piñera, hermano mayor del actual mandatario, y que durante el Gobierno Militar ejerció los ministerios del Trabajo y Previsión Social, y el de Minería. Fue él quien, tras la Tragedia de Otero (ver blog anterior), ha salido a través de un medio de comunicación a decir algo que es total y absolutamente incorrecto políticamente: la crítica abierta y confrontacional al gobierno y la figura de Salvador Allende.

No es mi intención analizar sus palabras, las cuales comparto, con símil incluido. Quienes quieran leer su entrevista lo pueden hacer en: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0477/articulo.php?art=22305&ed=0477.

Quienes leímos o escuchamos las declaraciones de Piñera, José por cierto, sabíamos del ataque que sufriría por parte de quienes beatifican el gobierno de la UP y pretenden la imposición absoluta de su versión de los hechos, de su justicia y de su moral, omitiendo toda realidad que demuestre lo contrario. Sin embargo, ante las palabras del hermano del Presidente, quién rápidamente salió en defensa de Allende fue nada menos que el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter; pareciera que ya no solo gusta de posar ante las cámaras ante el retrato de Allende, sino que hoy, sin siquiera leer las declaraciones de Piñera, no dudó en emitir vehementes descalificativos contra el hermano de su empleador. El ministro pareciera desconocer los hechos que Piñera , José por supuesto, menciona respecto a la legitimación de la violencia por parte de la UP, o a la declaración de la cámara de diputados de la época, por destacar solo dos hechos que revelan la necesidad del pronunciamiento militar. Ante la férrea defensa, Hinzpeter pareciera desconocer los lazos de Allende con uno de los más grandes narcotraficantes de su época, como lo fue Oscar Squella, hecho demostrado con los documentos encontrados en la caja de fondos de la Moneda y expuestos en el último libro del profesor Víctor Farías, de cuya autoría también es el libro “Salvador Allende Antisemitismo y Eutanasia”, que con vasta documentación hace que la comparación de Piñera, José reitero, cobre aún más sentido.

La pregunta que surge es: ¿Por qué un ministro de un gobierno de “centro-derecha” se esmera en salir en defensa de la figura más artificialmente enarbolada de la izquierda chilena como lo es Salvador Allende? ¿Por qué permanece esa obsesión por complacer a nuestra izquierda mientras ellos sin reparos escupen a la derecha? ¿ Por qué simplemente el ministro no se limitó a decir que dichas declaraciones eran personales y que no era de competencia del gobierno comentarlas? ¿O acaso ningún ciudadano puede expresar que el gobierno de Allende fue nefasto y que, como dijo Otero, el Gobierno militar nos libró de convertirnos en otra Cuba?

La defensa del Ministro tuvo un rápido agradecimiento por parte de la senadora socialista Isabel Allende, quien citando aquel polémico programa de TV acerca de los grandes chilenos de nuestra historia, argumentaba que la defensa de Hinzpeter era justa tratándose de quien fuera electo el “gran chileno de nuestra historia”. No conforme con su pública defensa, el ministro también había llamado personalmente a la senadora para manifestarle su apoyo.

Mientras esta polémica se levantaba, Piñera, esta vez si el Presidente, anunciaba con bombos y platillos que promoverá la regulación de las uniones de hecho, incluyendo en ellas a las parejas homosexuales, siendo por tanto, el primer paso para la legalización de su matrimonio. El anuncio, por supuesto, fue alegremente acogido por los sectores de progresistas de nuestro país.
Ante estos dos hechos me pregunto: ¿No tendrá razón Hermógenes cuando, también valientemente, califica a este gobierno como el quinto de la Concertación?

Tuesday, June 8, 2010

Cargos de confianza. ¿Del Presidente o de la Concertación?

Tanto en el caso de Andrusco como en el de Otero, ambos perdieron, o jamás tuvieron, la confianza de la izquierda, por lo que las presiones para su remoción fueron constantes e implacables. La pregunta que surge es: ¿son estos cargos de la confianza del Presidente o de la Concertación?

¡Y la concertación logró su objetivo! Pobre de quienes osen levantar la voz y contrariar la versión de la izquierda acerca de la historia de nuestro país. Aun cuando lo hayan hecho de forma involuntaria e ingenua. Imperdonable que lo haga alguien que ejerce algún cargo en el gobierno, recordemos que para la izquierda, para la Concertación, ellos son el Estado, por lo que pareciera ser parte de su exclusividad moral y de sus derechos inherentes determinar quién cumple o no con las condiciones necesarias para ser parte de él. La reacción de la izquierda no es novedad, el ejemplo más reciente lo vimos en el caso de ex director de Gendarmería, Iván Andrusco, quien al ser nombrado por el Presidente en un cargo de su confianza, la pulida y bien ajustada maquinaria mediática de izquierda, elaboradora de desprestigio, emisora de juicios públicos y condenatoria, ejerció todo su poderío para lograr la renuncia de quien durante el gobierno de Lagos había escalado en su carrera profesional dentro de Carabineros. Hoy el ejemplo lo pone el ex embajador Otero, quien tras sus declaraciones, las cuales no me cabe duda son compartidas por la gran mayoría de la base de electores del actual gobierno, perdió la efímera confianza que pudo haber tenido su nombre en la Concertación y ante el “socialismo Kirchneriano”.

Tanto en el caso de Andrusco como en el de Otero, ambos perdieron, o jamás tuvieron, la confianza de la izquierda, por lo que las presiones para su remoción fueron constantes e implacables. La pregunta que surge es: ¿son estos cargos de la confianza del Presidente o de la Concertación?

Ante los cuestionamientos, algunos con algo de sustento y otros meras bravatas de pelilargos políticos, el gobierno ha tenido dos opciones:

A) Reconocer en ellos veracidad, y por ende, asumir un presunto error con tal de no provocar la extensión del enjuiciamiento y condena a todo el Ejecutivo y al propio Presidente, quien mucho ha trabajado para ganar la simpatía de los sectores progresistas de nuestro país.

B) Mantener las decisiones y enfrentar a la Concertación con fundamentos basados en sus propias ambigüedades, en el derecho de disentir de la izquierda, en la adoración de algunos concertacionistas por Cuba, su admiración por Fidel, por el Che, por Honecker. En el derecho de poseer visiones distintas de nuestra historia dentro del gobierno, como lo puede ser la del ministro Ravinet con la del ministro Fontaine o la del propio Otero, pero tener la voluntad de trabajar en conjunto por una igual visión de Chile, su desarrollo. Esto implica no solo hablar de pluralismo sino que ejercerlo verdaderamente. Es esa la tolerancia que enaltece a los países.

Hasta el momento, ¿qué camino ha optado el gobierno? Claramente el primero, el más fácil, el cortoplacista, el que paradójicamente nos deja anclados al pasado que precisamente se pretende superar, pero ello no implica la supremacía de una version por sobre la otra, sino el reconocimiento y el respeto de ambas. El gobierno optó por el camino temeroso, aquel que avala a la Concertación y que agrada a su electorado, pero dudo lo haga de igual forma a quienes mayoritariamente votamos por el actual gobierno y esperábamos, a pesar de nuestras divergentes visiones del pasado, un nueva forma de gobernar.

Monday, June 7, 2010

La tragedia de Otero

La tragedia de Otero
"No cabe imaginar las condenas que hubiese recibido el embajador de haber hecho referencia a los presuntos lazos de Allende con el narcotráfico, hecho demostrado por los documentos secretos encontrados en la caja de fondos de la Moneda y analizados por el profesor Víctor Farías en su último libro".
La izquierda suele dictar cátedras acerca de la tolerancia, vanagloriándose de ser supuestamente pluralista, de estar siempre dispuesta a debatir los temas y a escuchar posturas contrarias. Sin embargo, su discurso no pasa de ser una hipócrita retórica, ya que en los hechos se demuestra el totalitarismo de su pensamiento. Son ellos los únicos dueños de la verdad, de la moral, de la justicia, son los jueces que están por sobre el Dios - esto se entiende por su ateísmo-, se atribuyen ser los asignadores de la igualdad y de la “justicia social”, y de decidir a quién atribuirle o no sus derechos humanos. Se autodesignan los exclusivos timoneles del Estado, mejor dicho, se creen el Estado, por lo que exaltan su omnipresencia y omnipotencia. Es la izquierda la que emite juicios y condenas a todo quien pretenda en lo más mínimo cuestionar o contrariar sus posturas, verdaderos dogmas que rigen sus políticas y su historia.

Fue esto precisamente lo que originó la tragedia del embajador Otero; cual acto shakespeariano, sus palabras gatillaron una convulsionada reacción por parte de la bien mantenida maquinaria de desprestigio de nuestra izquierda. El pecado del embajador fue hablar de aquello que hoy la izquierda se ha encargado de transformar en tabú, en prohibido, proscrito de nuestra historia política, como lo es las verdaderas razones de la intervención militar de 1973. Fue durante una entrevista de algo más de dos horas, y tras las reiteradas interrogantes del periodista –presumiblemente de tendencia izquierdista-, que el ingenuo embajador declaró aquello que muchos chilenos compartimos, pero pocos, muy pocos, se atreven a decir públicamente conscientes de la proscripción del tema. El gobierno militar, “La Dictadura”, salvó a Chile de transformarse en otra Cuba, y para la gran mayoría de los chilenos, aquellos dedicados al trabajo y a sus familias, y no a la política, la “dictadura” no tuvo impacto represivo alguno en sus vidas.
Las palabras del embajador encendieron la maquinaria mediática de la izquierda para enjuiciar y linchar inmediatamente a quien había osado contrariar sus dogmas, peor aún, cuestionando el “benevolente e inspirador” gobierno del popular Salvador Allende. No cabe imaginar las condenas que hubiese recibido el embajador de haber hecho referencia a los presuntos lazos de Allende con el narcotráfico, hecho demostrado por los documentos secretos encontrados en la caja de fondos de la Moneda y analizados por el profesor Víctor Farías en su último libro.

El juicio moral que pretende imponer la izquierda contra todo quien esboce una opinión algo favorable, o incluso neutral al gobierno militar, y por ende, cuestionando su verdad de la historia, es implacable. Por ello no debiese extrañar escuchar histriónicas voces de muchos políticos de izquierda demandando la remoción del embajador, exigiendo disculpas públicas al gobierno, y catalogando de vergonzosas las palabras dichas. La poderosa maquinaria de izquierda rápidamente genera sus resultados y hemos visto cómo tanto el gobierno como el propio emisor de las declaraciones se apresuran a bajar el tenor de ellas, a inyectar fuertes dosis de ambigüedad al contenido original de las declaraciones para con ello aplacar la fiereza de los ataques y solapar el atrevimiento - involuntario por cierto- de decir aquello que la izquierda no quiere escuchar. En vez de apuntar y enfrentar directamente a aquellos que alzan sus recriminaciones con argumentos basados en sus propias ambigüedades, como lo es el apoyo a la eterna dictadura comunista de los Castro, o la admiración y acogida a personajes como el propio Erick Honecker, prefieren enmendar su supuesto error calificando las palabras del embajador como desafortunadas y extemporáneas. El resultado de ello es, y ha sido, la imposición de una visión de la historia sesgada e irreal, sustentada en el temor de todo quien prefiere callar antes de sufrir el linchamiento público de la izquierda, ya que sabe que nada ni nadie tendrá la valentía de respaldar lo dicho. Quienes no hemos claudicado en denunciar la tergiversación de los hechos solemos ser marginados o tachados como personas anacrónicas por quienes piensan reservadamente de igual manera, pero no así públicamente.

Es verdad, como sociedad es sano que de una vez por todas demos vuelta a la página de la historia, sin embargo, aquello no significa que una visión de la historia ponga el pie encima a la otra. Dar vuelta de página implica el reconocimiento de la existencia de posturas distintas, el respeto y la tolerancia a quienes piensan distinto. Precisamente todo lo que la izquierda proclama pero jamás permitirá se haga realidad. Más aun si quienes discrepan de su visión prefieren temerosamente callar. Por lo menos yo no lo haré.

Wednesday, June 2, 2010

Repercusiones de “El costo de la deslealtad”

Para mi sorpresa no fueron pocos los medios que reprodujeron algunas líneas de mi blog anterior, el cual, por su propia naturaleza, obedece a una opinión personal y no familiar. Medios como El Mostrador (www.elmostrador), Cambio 21 (www.cambio21.cl), Radio Cooperativa (www.cooperativa) e incluso Radio Agricultura (www.radioagricultura.cl), rescataron en forma parcial el contenido del análisis expuesto, sin embargo, se limitaron a subrayar lo que a mi parecer es lo evidente y no aquello que realmente considero relevante para nuestro país. Los medios gustosamente reprodujeron los nombres de las figuras políticas que a mí parecer se han distanciado del gobierno militar y de Pinochet, pero si mi propósito hubiese sido aquel, es decir, identificar con nombre y apellido a las personas que en su momento apoyaron, trabajaron, surgieron o se enriquecieron gracias al gobierno militar, y que hoy han tomado desleal distancia de él, la lista sería extensa y abarcaría no solo el ámbito político sino ampliamente el empresarial, comenzando con dueños de medios de comunicación, no refiriéndome a los antes mencionados. No obstante mis planteamientos no pretenden aquello, dado lo evidente que esto es, prefiero que el propio lector complete según su propio criterio esta lista.

El objetivo de mis palabras se orientaban al costo colateral -por llamarlo de alguna manera- que implica la deslealtad de la UDI hacia sus propios ideales, al uso de la estrategia de “arrebatar banderas al adversario”, a la advertencia que el propio Jaime Guzmán hacía de ello, a la obsesión de algunos de los políticos y autoridades por buscar el beneplácito de la izquierda, realizando incluso gestos y homenajes de mayor relevancia a sus adversarios que a las propias figuras históricas de su sector. Todo esto tiene como resultado el predominio en nuestras políticas públicas de las ideas llamadas hoy progresistas, donde todos los sectores, incluida la derecha, se esmeran en aparentar representar esos ideales y no los supuestamente propios.

El verdadero costo para Chile de la estrategia de la deslealtad, no es que alguna figura gestora de dicha estrategia no logre jamás ser Presidente, aquello no es relevante, pero sí lo es la hegemonía gramsciana progresista que logrará imponerse en nuestra clase política y la mediocridad que ello significará para nuestro país.