Thursday, July 29, 2010

Carta abierta a Oficiales y Sub-oficiales en retiro de las Fuerzas Armadas y de Orden.


Con pesar, tristeza, y desconsuelo, sin embargo, sin sorpresa alguna, recibí el apresurado anuncio presidencial que descartó de plano el objetivo de fondo de la propuesta de la Iglesia Católica respecto al llamado “Indulto Bicentenario”. Si algo dilucidó las palabras del Presidente, fue precisamente el tema de fondo de la propuesta, el rechazo absoluto a que muchos de ustedes puedan acceder hoy o en el futuro al beneficio de indulto, ya sea éste general o individual.

No ajena a nuestra hipócrita idiosincrasia, y temerosa como muchos, la Iglesia puso sobre el tapete un tema cuyo fondo real era la situación de numerosos ex miembros de la FF.AA. y de Orden procesados por los tribunales de justicia por sus participaciones, reales o presuntas, en hechos denominados como violaciones a los derechos humanos. Era aquella misma Iglesia que durante los años del gobierno militar amparó a opositores al gobierno -muchos de ellos activos practicantes de acciones terroristas- la que hoy pretendía ser el primer organismo en avanzar hacia una solución, aun cuando fuese parcial, del problema al que muchos de ustedes se ven enfrentados. Más aún, esta iniciativa era propuesta a un gobierno cuya base electoral y política fue partidaria y partícipe respectivamente del mismo gobierno del que ustedes fueron parte. Además, la propuesta fue realizada a solo meses del comienzo de dicho gobierno, por lo que los costos políticos podrían haberse dilatado a lo largo de los cuatro años de su gestión. Sin embargo, nada de ello pareció importar al momento de su rechazo.

Estimado caballeros, aún recuerdo con claridad, ya que el tiempo no ha sido el suficiente para nublar la memoria, aquellas reuniones donde ad portas de la reciente elección parlamentaria y presidencial expuse ante un grupo de ustedes mi posición respecto a los juicios y condenas a los que son sometidos. Fue en aquellas instancias cuando supe de boca de algunos de ustedes, el supuesto compromiso por parte del entonces candidato Sebastián Piñera por abordar vuestra situación una vez electo Presidente. Fue incluso ese un argumento suficiente para muchos de ustedes para darle no solo el apoyo como candidato presidencial, sino también a los candidatos al Parlamento que conformaban la Alianza por el Cambio, ya que, según las propias advertencias de los políticos de dicha alianza, su doblaje en el distrito en que yo competía era clave para su gobierno. Otros de ustedes, tal vez algo escépticos de la palabras de los políticos, conformaron gran parte de las más de veinte mil personas que apoyaron mi opción parlamentaria, la cual no pudo concretarse.

Hoy somos testigos, nuevamente, como las pasadas palabras del sector político al cual nos sentimos en cierto grado cercanos distan de sus acciones, esto genera entre ustedes sentimientos de angustia y traición, que a pesar de rebelarse ante ellos, como lo definió el General ( R ) Hernán Núñez Manríquez en su carta abierta al Presidente Piñera, los hechos solo terminarán por hundir la esperanza, consolidando así el desconsuelo en ustedes y sus familias, mujeres, hijos y nietos.

No pretendo con estas palabras restregar en sus rostros la decisión de algunos de ustedes en apoyar las opciones parlamentarias de los partidos que hoy gobiernan, sino reiterar, como lo hice entonces, que solo por medio de una voz política lograrán ser realmente escuchados y considerados.
Esta opción, como lo demuestran los hechos, no se encontraba en los partidos de la Alianza, quienes a mi parecer han utilizado el honor, la lealtad y el amor a Chile que sienten especialmente los uniformados, para la obtención de beneficios políticos, hecho que por lo demás comenzó desde los inicios del gobierno militar. La alternativa política debe ser construida por ustedes; por pequeña que logre ser, de conformarse, les dará una voz, aun cuando sea minoritaria, suficiente como para obtener atención en una clase política que ante escenarios electorales estrechos, como lo fue el reciente, promueva el avance de sus demandas. ¡Ya es demasiado tarde! Me exclamó un suboficial que cuidó mi vida durante años cuando me relataba y conversábamos acerca de la condición de muchos de sus compañeros de curso y de sus constantes citaciones a declarar por hechos que jamás tuvo conocimiento. Es verdad, el tiempo ha transcurrido y la vejez es la mejor erosión del ánimo y el coraje. Pero ¿qué queda? ¿La resignación? Tal vez tenga razón quien así lo considera, ustedes ya han dado una gran batalla, aquella que libró a nuestro país de una ideología totalitaria que aún subsiste en nuestro continente y que se resiste a morir. Pero les pregunto, ¿no queda más que enviar cartas a los diarios -que con fortuna son publicadas- argumentando aquello que ya sabemos?, por ser considerado políticamente sin costo, ya que, a diferencia de la izquierda, ni ustedes ni quienes los apoyamos saldremos a la calle a destruir o sembrar la violencia.

Insisto, aún hay una opción, aun cuando seamos una minoría, puede ser suficiente como para lograr un cargo de representación popular. Asi lo demostró el resultado de mi candidatura, la cual a pesar de ser insuficiente para una diputación, no lo es para la obtención de un cargo como Concejal en cada una de las tres comunas del distrito. Situación que podría darse en distintas regiones a lo largo de todo Chile. ¿O acaso en tres años más, en pleno año de elecciones municipales y a uno de una nueva elección presidencial volverán a creer en aquellos políticos que en privado nos deleitan con su apoyo y agradecimiento al gobierno del que ustedes formaron parte, pero que públicamente los condenan tanto o más severamente que sus enemigos? ¿Volverán a creer en el líder de turno del ahora gobierno para esperar de él la misericordia ya negada a la Iglesia? ¿O en algún incipiente partido regionalista que nuevamente utilice su apoyo electoral para lograr subsistir?

Si así es, la resignación colmó sus corazones. La alternativa de poder llevar a lo menos candidatos independientes a Alcaldes y Concejales en el año 2012 permitirá abrir una ventana de expresión que de lograr representación, no me cabe duda que al año siguiente la alternativa de gobierno del sector que siempre hemos apoyado deberá considerar de manera sería y formal. Además, ¿creen ustedes que su situación actual empeorará si aquel intento fracasa? Yo no lo creo.
Sólo quiero terminar diciéndo que lo único que me anima a escribir esta carta, es el agradecimiento que siento hacia quienes conforman la cara de una realidad histórica hoy distorsionada e incomprendida por la mayoría. Pero al haber sido yo de niño una víctima del terrorismo de izquierda, me rebelo a resignarme y ser un mero espectador de vuestra desgracia. Así lo hice, así lo haré, aquella es mi convicción.

Sunday, July 4, 2010

Ruborizado por Rubilar


Hace algunos días no me sorprendí al leer un pequeño extracto acerca de las declaraciones de la diputada (RN) Karla Rubilar cuando asistió a un foro organizado por las juventudes socialistas acerca de la figura de Salvador Allende. Con gran agrado los jóvenes y dirigentes de ese partido escucharon a la parlamentaria de “derecha” pronunciar notables elogios hacia el enarbolado personaje. La diputada, quien imagino no cuenta entre los libros de su pequeña biblioteca, si es que posee una, el último libro de Víctor Farías: “Los documentos Secretos de Salvador Allende”, tampoco debió haber leído un texto más antiguo y de un autor foráneo como lo es “El experimento marxista Chileno”, de Robert Moss. Tal vez haya hojeado el libro de Arturo Fontaine “Todos querían la revolución”. Me atrevo asegurar que desconoce la existencia de textos como “Lo derrocó el pueblo” de Julio Bazán o el testimonio de la periodista Nena Ossa en “Allende Thank You”. Es comprensible que por su labor como parlamentaria, y madre, el tiempo le sea escaso, por lo que su formación política e histórica acerca de lo fue el gobierno de la Unidad Popular presidido por Allende fue forjada por medio de la información estampada en los medios de comunicación en los últimos 20 años, sin contar las innumerables películas y documentales de directores de izquierda financiados con recursos del Estado de forma directa o a través de las ya populares ONG.

La diputada no se avergüenza y ni siquiera se pone colorada cuando dice:
"Hay cosas innegables en la trayectoria de Allende: un tremendo político del que rescato su elocuencia, su carisma y su mensaje hacia los jóvenes", afirmó, resaltando además la "fuerza, convicción y vehemencia" del político socialista, Y continúa diciendo: ''Su fuerza, convicción y vehemencia le daban un aura mitológica, que unida a la capacidad de convocatoria que alcanzó la izquierda en esa época, da hasta un poco de envidia".

Las palabras de la diputada reflejan nada más que el éxito que ha tenido la izquierda en enaltecer la figura de Allende, el cual ha sido un trabajo constante y metódico. “Fundaciones”, “centros culturales” y cuanto organismo es posible crear siendo financiado con las arcas fiscales han sido parte de los instrumentos para torcer la realidad y lograr imponer en las nuevas generaciones una versión de estudio cinematográfico a la cual Rubilar considera verdadera y no duda en elogiar, y al momento de hacerlo, refuerza el propósito de enarbolar la imagen de Allende como figura excepcional. Imagino que como Karla, muchos jóvenes vieron cómo el canal estatal coronaba a Allende como el más destacado personaje de nuestra historia, sirviendo como otro instrumento para ensalzar su “aura”. Es precisamente esa “aura mitológica” que percibe la diputada lo que se pretende transmitir, como si el personaje en cuestión fuese un héroe del Olimpo de las narrativas de Homero luchando por los más débiles en búsqueda de un bien superior, hoy en día etiquetado como la “justicia social”. Por supuesto que para obtener esta “aura” divina el personaje debe carecer de todo pecado terrenal. Sus vicios, ambiciones, errores y fracasos, deben ser plenamente obviados. Su mensaje es ajustado y censurado en sus partes comprometedoras, como aquellas donde legitimaba la violencia, el odio y la división, es ese mensaje que entregaba Allende a los jóvenes el que no se encuentra en los registros de Rubilar.

Lo que destaco de esta situación es que el logro de la izquierda por enaltecer la figura de Allende no hubiese alcanzado estos niveles si no se hubiese contado con la complicidad de ciertos políticos de derecha que, a diferencia de Rubilar, sí conocen y vivieron los hechos, pero por razones que acá no detallaré, han ayudado a la izquierda ya sea con su silencio o, peor aún, con similares homenajes y elogios, a crear una imagen ficticia de uno de los más desastrosos gobernantes en la historia de Chile. Avergüenza ver como ese sector, del cual uno puede sentirse parcialmente representado, permitió tal tergiversación de los hechos y de la historia.