Wednesday, March 9, 2011

El primer año de gobierno: ¿Repercusiones colaterales?

El día 17 de enero de 2010, como la mayoría de los electores, opté por sufragar a favor de una opción presidencial para nuestro país que significaba cierta interrogante acerca de su desempeño político. Como candidato independiente a Diputado no fueron pocas las veces que se me preguntó acerca de mi preferencia, la cual, a diferencia del común de los políticos que suelen declarar lo que creen conveniente en el momento, no tuve reparos en decir que optaba por el hoy Presidente Piñera, ya que consideraba que las demás opciones eran perjudiciales para el país, no sin aclarar que el hecho no era de todo mi agrado, causándome cierta incomodidad tener que sufragar a su favor. Como analgésico a dicho malestar sirvió ver los rostros de incredulidad de los dirigentes de una desgastada Concertación que prepotentemente pensaban jamás perder elección alguna –admito que especialmente gratificante fue observar la mohína mirada de Camilo Escalona tras la derrota-, pero pasada la sobredosis de regocijo, quedaba por ver cómo sería el desempeño del nuevo gobierno de la entonces Coalición por el Cambio.

Tras un año de gobierno, esa coalición finalmente fue sólo un conglomerado electoral y no de gobierno, ya que lo que conocimos como Coalición por el Cambio estuvo lejos de ser un proyecto sino tan solo una herramienta electoral que permitió a una persona llegar a la Presidencia de la República, no sin la ayuda de la precariedad de sus contendores y del hastío de una población saturada de la corrupción y de la displicencia gobernante. Lo cierto es que “el fin de la Concertación”, ya que de ella solo queda el nombre, dio paso a un gobierno que supuestamente es de derecha, aunque ha hecho buenos intentos para no ser clasificado bajo esa tradicional forma, pretendiendo reinventar su definición y realizando acciones propias de un gobierno continuador del legado concertacionista. Si no fuese por el necesario y beneficioso aireamiento de las burocracias fiscales a lo largo de todo el aparataje estatal, diría que la alternancia en el poder fue en vano.

Tras doce meses de mandato el poder ejecutivo se ha centralizado en la persona – o personaje- del Presidente Piñera, quien por los motivos que sean, gusta de captar y acaparar gran parte de la atención exponiéndose - y exponiéndonos- a una permanente sobre exposición de su carismática personalidad. Sin embargo, más allá de la sed de figuración que el mandatario pudiese tener, la cual abunda en nuestra política, la evaluación que pudiese realizarse tras un año de gobierno de las principales directrices de su administración, arroja como resultado que ésta se asemeja con creces a lo que se encontraba realizando la Concertación, e incluso con mayores rasgos populistas y demagógicos. El populismo y la demagogia no tienen color político y suele amenazar con mayor fuerza y de manera latente a las sociedades que altaneramente se creen inmunes a estos males.

La tendencia personalista del actual gobierno, condición que no solo se ve reflejada en el Presidente sino también en su directo subalterno, tiene como contrapartida la carencia de un proyecto sólido de gobierno que sea capaz de proyectar al país en el largo plazo e incentivando los cambios apropiados que destraben, y no acrecienten, los nudos burocráticos construidos por una Concertación que idealizó, y sigue haciéndolo, un Estado omnipresente y omnipotente. El personalismo del gobierno lo hace vulnerable a la democracia demoscópica, a la democracia de las encuestas, ejerciendo su labor en base a los gustos y las tendencias del momento, a la medición de las preferencias de la masa en un periodo determinado, sin importar si estas son o no las adecuadas o correctas para el país como un todo y en el largo plazo. Es por medio del consentimiento que se pretende agradar a la masa electoral, ejercer política según las “preferencias de la gente”, de acuerdo a lo que “quiere la mayoría”. Con ello, el gobernante se transforma en un mero seguidor de encuestas, dejando de lado toda pretensión estadista. Las políticas públicas pierden su hilo en el tiempo, y la improvisación - incluyendo en ella los repentinos llamados telefónicos- se transforma en una constante, erosionando con ello una ya precaria institucionalidad. Así, no debe extrañar que la agenda del gobierno quede sujeta a lo accidental, a lo fortuito, a lo imponderado, ya que su naturaleza es precisamente reaccionar a lo que la “gente” vive en el momento, reflejado ello a través de los medios de comunicación.

Piñera llegó al gobierno gracias a los votos de quienes siempre apoyaron a la derecha, sumado a un pequeño porcentaje que solía votar Concertación y decidió no hacerlo. Dentro de los electores que tradicionalmente votaron por la derecha, existe un grupo, tal vez minoritario, que en el distrito 23 llego a un 10%, y que tal vez a nivel nacional lo sea en un 5%, que siente distancia y preocupación por la actitud y medidas tomadas por un gobierno por el cual votó. Un grupo de electores que no se siente interpretado por el Presidente, ni plenamente por el gobierno, y cada día se encuentra más alejado de los partidos que lo conforman. Son personas que piensan que los políticos deben defender sus ideas, convicciones y valores, a pesar de que sean contrarias a la opinión mayoritaria de la encuesta de turno. Son individuos que ven al país para sus hijos y no para sí mismos, que quieren a Chile y desean lo mejor para su nación, que no temen defender sus propias banderas y no enarbolar las del adversario para conseguir el poder. Son personas que conocen la historia y no dudan en exponerla. Es un grupo que hoy puede ser menospreciado, pero que jamás caerá en la actitud de buscar sólo la conveniencia. Son personas que valoran la política como herramienta constructora de un país y no como un utensilio a ser manipulado por determinados sectores económicos y políticos.

Para las próximas elecciones ese grupo de electores no tendrá como argumento sacar a la Concertación del poder, por lo que de continuar el personalismo, el populismo, y continúe la implementación de políticas públicas que lamen la demagogia, no me cabe duda que surgirá algún movimiento capaz de aglutinar esas personas. De suceder aquella formación y lograr su legitimización ante el Servicio Electoral, por pequeña que sea dicha agrupación, su apoyo ya no se conseguirá sólo con palabrería sino con acuerdos formales que permitan a esa minoría tener una verdadera voz.

Lo anterior puede que no sea solo una elucubración, ya que la formación del Partido de la Libertad (PDL) es un hecho en curso. Ajeno a los actuales grupos de poder, el PDL será una alternativa real para muchos electores cuyo sufragio ha obedecido a querer evitar algo en vez de proponer algo. Cuyos votos han sido considerados como seguros por parte de los partidos de derecha al no haber alternativa alguna. Por ello, la fundación del PDL no sólo permitirá la representación política de un grupo de personas que hoy no tenemos voz, sino también permitirá destrabar el desarrollo de un sistema político cautivo por los dos bloques que han dominado nuestra política en los últimos 20 años, siendo esta eventual nueva fuerza electoral una repercusión colateral del que ya conocemos como gobierno de Sebastián Piñera.

Saturday, January 8, 2011

Prohibido Pinochet

(Columna publicada por el portral electrónico Cambio21 el enero de 2011).
Prohibido Pinochet
Junto a un pequeño grupo de personas, de las cuales muchas serán amistades, caminaremos desde la estación de Metro Moneda hasta ubicarnos cerca de la puerta norte de nuestro Palacio de Gobierno, y sin despertar sospechas, y en el más absoluto silencio, desplegaremos un lienzo, el cual con seguridad será bastante rústico, en cuya tela negra se pueda leer claramente, en letras blancas, desde lo más alto de los edificios que nos rodean, la frase: “Gracias Pinochet”. Tal vez algunos de nosotros, quienes no estemos sosteniendo el lienzo, portaremos algunas vetustas fotografías cuyo impresión date de fines de los años ochenta con la imagen de quien el lienzo agradece. No gritaremos, no interrumpiremos el tránsito, tampoco lanzaremos piedras, ni bombas molotov, ni siquiera consignas o proclamas. Procuraremos mirar al cielo para así no provocar a ningún transeúnte, y lo haremos un día domingo, muy temprano por la mañana, para no molestar la vida laboral de ningún santiaguino. Aun cuando el Presidente, vertiginoso y omnipresente, pueda estar mirando con curiosidad desde su despacho el accionar de aquel reducido grupo de chilenos que expresan su agradecimiento a aquel mismo hombre que, durante su arresto en Londres, logró convocar a miles de personas en el año 1998 en una manifestación pública en avenida Manquehue y en la cual el hoy Presidente fue uno de los oradores. “El Senador Pinochet y su familia están viviendo tiempos difíciles en Londres en estos momentos, y por eso merecen toda nuestra solidaridad”, fueron sus palabras en aquel entonces. ¿Bajaría el Presidente a sumarse a nuestro pequeño grupo de manifestantes? Por supuesto que él no infringiría esa ley.

Por ello: ¿Cuánto tiempo podremos realizar de forma libre aquella manifestación de expresión antes de que los carabineros de la Guardia de Palacio procedan a cumplir con su deber de arrestarnos? ¿Cuál será la fuerza de coerción que utilizará la policía si optamos por seguir nuestra manifestación y quedarnos parados, inmóviles, pero con el lienzo extendido? ¿Cuál será nuestro castigo?

Estas interrogantes pareciera que pronto tendrán respuesta si nuestro parlamento aprueba la iniciativa de algunos de nuestros iluminados diputados de izquierda que pretenden por ley prohibir toda imagen y manifestación que honre la figura de Pinochet y cualquiera de los miembros de la ex Junta de Gobierno. Y al estar prohibido por ley, su incumplimiento es un delito, y por ende, requiere de un castigo.

Recientemente los medios de comunicación publicaron vehementes declaraciones de los diputados antes mencionados, condenando que en el interior de las oficinas de una conocida empresa, recinto privado por cierto, existía una pequeña placa recordatoria donde bajo la imagen del General Augusto Pinochet Ugarte se leía: “Patriota, soldado y estadista visionario”. Por supuesto que la presión ejercida fue tan efectiva como la ley que pretenden imponer y la empresa terminó por retirar la placa en cuestión. Pero lo que surge después de este episodio y de la ficción –por ahora- que relaté en un comienzo, es si este tipo de acciones son propias de un país que se dice pretende ser pluralista y donde exista la libertad de expresión.

No es difícil encontrar entre la verborrea parlamentaria quienes utilicen el concepto de pluralismo como parte de su retórica mediática. Lo que parecen olvidar es que aquel concepto conlleva implícitamente otro, de tanto o mayor valor, como lo es la tolerancia. Por ello, quien se dice pluralista y pretende practicarlo debe por ello tolerar la existencia de ideas y visiones distintas a las propias. Intolerable es, y debe ser, el accionar de personas o grupos que atenten contra la sociedad, la propiedad y pretendan causar terror por medio de actos vandálicos. Intolerable es la violencia como medio de obtención del poder, que dicho sea de paso, muchos de esos personeros de izquierda legitimaron años atrás. Pero tener una visión positiva respecto de la obra del Gobierno Militar -aun cuando seamos un grupo minoritario de chilenos- y expresarla de forma pacífica, no puede ser prohibido en una sociedad que se dice libre y democrática. Qué propósito se persigue si no es el de arrancar de las páginas de la historia los innumerables logros que consiguió un gobierno que para algunos, por pocos que seamos, reconstruyó el país y evitó la imposición de un sistema totalitario comunista.

La verdad, por dolorosa que pueda resultar para ese pequeño grupo de personas que públicamente aún nos atrevemos a decir nuestra visión de Pinochet y de su gobierno, es que perfectamente es factible que en el Chile de hoy la izquierda logre imponer su visión de la “Dictadura” respaldándola con una ley que sancione lo contrario. Este logro no sólo obedece a sus méritos propios, sino también a que un sector ha preferido renegar de su pasado, traicionar sus ideas y pretender ejercer política en base a la conveniencia dictada por las encuestas del momento impregnándose de un hedor populista que espero no sea duradero.

Tal vez para muchos chilenos, una mayoría quizás, este es un tema que no les despierta mayor interés ni les preocupa, y menos les afecta la cotidianidad de sus vidas. Sin embargo, en el momento que la ley en cuestión se llegase a aprobar, se estará inseminando un componente de intolerancia que fácilmente será extensiva a muchos otros temas. Defender la familia tradicional, oponerse a la unión homosexual, manifestarse contra el aborto o la eutanasia, e incluso manifestar la Fe Católica – como poner imágenes de vírgenes- serán en un futuro próximo los temas que los hipócritamente pluralistas condenarán y reclamarán por leyes que sancionen toda manifestación contraria a sus propias visiones, a sus propias formas de ver la vida, de hombre, de sociedad. Quien no comulgue con la visión socialista, hoy llamada progresista, de la sociedad, será legítimamente castigado y condenado, la Ley así lo estipulará. Nuestra libertad de expresión dejará de existir, nuestra democracia temblará y la crisis asechará.

Thursday, July 29, 2010

Carta abierta a Oficiales y Sub-oficiales en retiro de las Fuerzas Armadas y de Orden.


Con pesar, tristeza, y desconsuelo, sin embargo, sin sorpresa alguna, recibí el apresurado anuncio presidencial que descartó de plano el objetivo de fondo de la propuesta de la Iglesia Católica respecto al llamado “Indulto Bicentenario”. Si algo dilucidó las palabras del Presidente, fue precisamente el tema de fondo de la propuesta, el rechazo absoluto a que muchos de ustedes puedan acceder hoy o en el futuro al beneficio de indulto, ya sea éste general o individual.

No ajena a nuestra hipócrita idiosincrasia, y temerosa como muchos, la Iglesia puso sobre el tapete un tema cuyo fondo real era la situación de numerosos ex miembros de la FF.AA. y de Orden procesados por los tribunales de justicia por sus participaciones, reales o presuntas, en hechos denominados como violaciones a los derechos humanos. Era aquella misma Iglesia que durante los años del gobierno militar amparó a opositores al gobierno -muchos de ellos activos practicantes de acciones terroristas- la que hoy pretendía ser el primer organismo en avanzar hacia una solución, aun cuando fuese parcial, del problema al que muchos de ustedes se ven enfrentados. Más aún, esta iniciativa era propuesta a un gobierno cuya base electoral y política fue partidaria y partícipe respectivamente del mismo gobierno del que ustedes fueron parte. Además, la propuesta fue realizada a solo meses del comienzo de dicho gobierno, por lo que los costos políticos podrían haberse dilatado a lo largo de los cuatro años de su gestión. Sin embargo, nada de ello pareció importar al momento de su rechazo.

Estimado caballeros, aún recuerdo con claridad, ya que el tiempo no ha sido el suficiente para nublar la memoria, aquellas reuniones donde ad portas de la reciente elección parlamentaria y presidencial expuse ante un grupo de ustedes mi posición respecto a los juicios y condenas a los que son sometidos. Fue en aquellas instancias cuando supe de boca de algunos de ustedes, el supuesto compromiso por parte del entonces candidato Sebastián Piñera por abordar vuestra situación una vez electo Presidente. Fue incluso ese un argumento suficiente para muchos de ustedes para darle no solo el apoyo como candidato presidencial, sino también a los candidatos al Parlamento que conformaban la Alianza por el Cambio, ya que, según las propias advertencias de los políticos de dicha alianza, su doblaje en el distrito en que yo competía era clave para su gobierno. Otros de ustedes, tal vez algo escépticos de la palabras de los políticos, conformaron gran parte de las más de veinte mil personas que apoyaron mi opción parlamentaria, la cual no pudo concretarse.

Hoy somos testigos, nuevamente, como las pasadas palabras del sector político al cual nos sentimos en cierto grado cercanos distan de sus acciones, esto genera entre ustedes sentimientos de angustia y traición, que a pesar de rebelarse ante ellos, como lo definió el General ( R ) Hernán Núñez Manríquez en su carta abierta al Presidente Piñera, los hechos solo terminarán por hundir la esperanza, consolidando así el desconsuelo en ustedes y sus familias, mujeres, hijos y nietos.

No pretendo con estas palabras restregar en sus rostros la decisión de algunos de ustedes en apoyar las opciones parlamentarias de los partidos que hoy gobiernan, sino reiterar, como lo hice entonces, que solo por medio de una voz política lograrán ser realmente escuchados y considerados.
Esta opción, como lo demuestran los hechos, no se encontraba en los partidos de la Alianza, quienes a mi parecer han utilizado el honor, la lealtad y el amor a Chile que sienten especialmente los uniformados, para la obtención de beneficios políticos, hecho que por lo demás comenzó desde los inicios del gobierno militar. La alternativa política debe ser construida por ustedes; por pequeña que logre ser, de conformarse, les dará una voz, aun cuando sea minoritaria, suficiente como para obtener atención en una clase política que ante escenarios electorales estrechos, como lo fue el reciente, promueva el avance de sus demandas. ¡Ya es demasiado tarde! Me exclamó un suboficial que cuidó mi vida durante años cuando me relataba y conversábamos acerca de la condición de muchos de sus compañeros de curso y de sus constantes citaciones a declarar por hechos que jamás tuvo conocimiento. Es verdad, el tiempo ha transcurrido y la vejez es la mejor erosión del ánimo y el coraje. Pero ¿qué queda? ¿La resignación? Tal vez tenga razón quien así lo considera, ustedes ya han dado una gran batalla, aquella que libró a nuestro país de una ideología totalitaria que aún subsiste en nuestro continente y que se resiste a morir. Pero les pregunto, ¿no queda más que enviar cartas a los diarios -que con fortuna son publicadas- argumentando aquello que ya sabemos?, por ser considerado políticamente sin costo, ya que, a diferencia de la izquierda, ni ustedes ni quienes los apoyamos saldremos a la calle a destruir o sembrar la violencia.

Insisto, aún hay una opción, aun cuando seamos una minoría, puede ser suficiente como para lograr un cargo de representación popular. Asi lo demostró el resultado de mi candidatura, la cual a pesar de ser insuficiente para una diputación, no lo es para la obtención de un cargo como Concejal en cada una de las tres comunas del distrito. Situación que podría darse en distintas regiones a lo largo de todo Chile. ¿O acaso en tres años más, en pleno año de elecciones municipales y a uno de una nueva elección presidencial volverán a creer en aquellos políticos que en privado nos deleitan con su apoyo y agradecimiento al gobierno del que ustedes formaron parte, pero que públicamente los condenan tanto o más severamente que sus enemigos? ¿Volverán a creer en el líder de turno del ahora gobierno para esperar de él la misericordia ya negada a la Iglesia? ¿O en algún incipiente partido regionalista que nuevamente utilice su apoyo electoral para lograr subsistir?

Si así es, la resignación colmó sus corazones. La alternativa de poder llevar a lo menos candidatos independientes a Alcaldes y Concejales en el año 2012 permitirá abrir una ventana de expresión que de lograr representación, no me cabe duda que al año siguiente la alternativa de gobierno del sector que siempre hemos apoyado deberá considerar de manera sería y formal. Además, ¿creen ustedes que su situación actual empeorará si aquel intento fracasa? Yo no lo creo.
Sólo quiero terminar diciéndo que lo único que me anima a escribir esta carta, es el agradecimiento que siento hacia quienes conforman la cara de una realidad histórica hoy distorsionada e incomprendida por la mayoría. Pero al haber sido yo de niño una víctima del terrorismo de izquierda, me rebelo a resignarme y ser un mero espectador de vuestra desgracia. Así lo hice, así lo haré, aquella es mi convicción.

Sunday, July 4, 2010

Ruborizado por Rubilar


Hace algunos días no me sorprendí al leer un pequeño extracto acerca de las declaraciones de la diputada (RN) Karla Rubilar cuando asistió a un foro organizado por las juventudes socialistas acerca de la figura de Salvador Allende. Con gran agrado los jóvenes y dirigentes de ese partido escucharon a la parlamentaria de “derecha” pronunciar notables elogios hacia el enarbolado personaje. La diputada, quien imagino no cuenta entre los libros de su pequeña biblioteca, si es que posee una, el último libro de Víctor Farías: “Los documentos Secretos de Salvador Allende”, tampoco debió haber leído un texto más antiguo y de un autor foráneo como lo es “El experimento marxista Chileno”, de Robert Moss. Tal vez haya hojeado el libro de Arturo Fontaine “Todos querían la revolución”. Me atrevo asegurar que desconoce la existencia de textos como “Lo derrocó el pueblo” de Julio Bazán o el testimonio de la periodista Nena Ossa en “Allende Thank You”. Es comprensible que por su labor como parlamentaria, y madre, el tiempo le sea escaso, por lo que su formación política e histórica acerca de lo fue el gobierno de la Unidad Popular presidido por Allende fue forjada por medio de la información estampada en los medios de comunicación en los últimos 20 años, sin contar las innumerables películas y documentales de directores de izquierda financiados con recursos del Estado de forma directa o a través de las ya populares ONG.

La diputada no se avergüenza y ni siquiera se pone colorada cuando dice:
"Hay cosas innegables en la trayectoria de Allende: un tremendo político del que rescato su elocuencia, su carisma y su mensaje hacia los jóvenes", afirmó, resaltando además la "fuerza, convicción y vehemencia" del político socialista, Y continúa diciendo: ''Su fuerza, convicción y vehemencia le daban un aura mitológica, que unida a la capacidad de convocatoria que alcanzó la izquierda en esa época, da hasta un poco de envidia".

Las palabras de la diputada reflejan nada más que el éxito que ha tenido la izquierda en enaltecer la figura de Allende, el cual ha sido un trabajo constante y metódico. “Fundaciones”, “centros culturales” y cuanto organismo es posible crear siendo financiado con las arcas fiscales han sido parte de los instrumentos para torcer la realidad y lograr imponer en las nuevas generaciones una versión de estudio cinematográfico a la cual Rubilar considera verdadera y no duda en elogiar, y al momento de hacerlo, refuerza el propósito de enarbolar la imagen de Allende como figura excepcional. Imagino que como Karla, muchos jóvenes vieron cómo el canal estatal coronaba a Allende como el más destacado personaje de nuestra historia, sirviendo como otro instrumento para ensalzar su “aura”. Es precisamente esa “aura mitológica” que percibe la diputada lo que se pretende transmitir, como si el personaje en cuestión fuese un héroe del Olimpo de las narrativas de Homero luchando por los más débiles en búsqueda de un bien superior, hoy en día etiquetado como la “justicia social”. Por supuesto que para obtener esta “aura” divina el personaje debe carecer de todo pecado terrenal. Sus vicios, ambiciones, errores y fracasos, deben ser plenamente obviados. Su mensaje es ajustado y censurado en sus partes comprometedoras, como aquellas donde legitimaba la violencia, el odio y la división, es ese mensaje que entregaba Allende a los jóvenes el que no se encuentra en los registros de Rubilar.

Lo que destaco de esta situación es que el logro de la izquierda por enaltecer la figura de Allende no hubiese alcanzado estos niveles si no se hubiese contado con la complicidad de ciertos políticos de derecha que, a diferencia de Rubilar, sí conocen y vivieron los hechos, pero por razones que acá no detallaré, han ayudado a la izquierda ya sea con su silencio o, peor aún, con similares homenajes y elogios, a crear una imagen ficticia de uno de los más desastrosos gobernantes en la historia de Chile. Avergüenza ver como ese sector, del cual uno puede sentirse parcialmente representado, permitió tal tergiversación de los hechos y de la historia.

Monday, June 14, 2010

Fe de errata. ¡Piñera, que valiente eres!

Fe de errata. ¡Piñera, que valiente eres!

En mi blog anterior menciono que José Piñera emite sus declaraciones por medio de una entrevista, la cual es publicada en un diario digital argentino llamado www.diarioperfil.com.ar. Sin embargo, un lector me comenta , como también pude corroborar de las declaraciones posteriores de José Piñera, que dicha supuesta entrevista nunca se realizó, siendo sólo una recopilación de textos emitidos por la red social conocida como twitter. Como se puede observar, al igual como sucedió en el caso del ex embajador Otero, la prensa trasandina suele acudir a dudosas prácticas con tal de generar noticia.

¡Piñera, que valiente eres!

¡Piñera, que valiente eres!

Tal vez más de algún lector que por a, b, ó c motivo no ha estado al corriente de la última controversia política pensará que el presente título obedece a una exclamación hecha en honor a nuestro actual Presidente. Cerca está -por lo menos a nivel familiar- ya que el modesto homenaje es para su hermano y no para él. Y no me refiero a aquel que nos ha deleitado por años en las páginas de espectáculo e incluso policiales, sino a quien fue uno de los elaboradores del más revolucionario sistema de pensiones y que hasta hoy es requerido por numerosos países para conocer su experiencia. Me refiero a José Piñera, hermano mayor del actual mandatario, y que durante el Gobierno Militar ejerció los ministerios del Trabajo y Previsión Social, y el de Minería. Fue él quien, tras la Tragedia de Otero (ver blog anterior), ha salido a través de un medio de comunicación a decir algo que es total y absolutamente incorrecto políticamente: la crítica abierta y confrontacional al gobierno y la figura de Salvador Allende.

No es mi intención analizar sus palabras, las cuales comparto, con símil incluido. Quienes quieran leer su entrevista lo pueden hacer en: http://www.diarioperfil.com.ar/edimp/0477/articulo.php?art=22305&ed=0477.

Quienes leímos o escuchamos las declaraciones de Piñera, José por cierto, sabíamos del ataque que sufriría por parte de quienes beatifican el gobierno de la UP y pretenden la imposición absoluta de su versión de los hechos, de su justicia y de su moral, omitiendo toda realidad que demuestre lo contrario. Sin embargo, ante las palabras del hermano del Presidente, quién rápidamente salió en defensa de Allende fue nada menos que el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter; pareciera que ya no solo gusta de posar ante las cámaras ante el retrato de Allende, sino que hoy, sin siquiera leer las declaraciones de Piñera, no dudó en emitir vehementes descalificativos contra el hermano de su empleador. El ministro pareciera desconocer los hechos que Piñera , José por supuesto, menciona respecto a la legitimación de la violencia por parte de la UP, o a la declaración de la cámara de diputados de la época, por destacar solo dos hechos que revelan la necesidad del pronunciamiento militar. Ante la férrea defensa, Hinzpeter pareciera desconocer los lazos de Allende con uno de los más grandes narcotraficantes de su época, como lo fue Oscar Squella, hecho demostrado con los documentos encontrados en la caja de fondos de la Moneda y expuestos en el último libro del profesor Víctor Farías, de cuya autoría también es el libro “Salvador Allende Antisemitismo y Eutanasia”, que con vasta documentación hace que la comparación de Piñera, José reitero, cobre aún más sentido.

La pregunta que surge es: ¿Por qué un ministro de un gobierno de “centro-derecha” se esmera en salir en defensa de la figura más artificialmente enarbolada de la izquierda chilena como lo es Salvador Allende? ¿Por qué permanece esa obsesión por complacer a nuestra izquierda mientras ellos sin reparos escupen a la derecha? ¿ Por qué simplemente el ministro no se limitó a decir que dichas declaraciones eran personales y que no era de competencia del gobierno comentarlas? ¿O acaso ningún ciudadano puede expresar que el gobierno de Allende fue nefasto y que, como dijo Otero, el Gobierno militar nos libró de convertirnos en otra Cuba?

La defensa del Ministro tuvo un rápido agradecimiento por parte de la senadora socialista Isabel Allende, quien citando aquel polémico programa de TV acerca de los grandes chilenos de nuestra historia, argumentaba que la defensa de Hinzpeter era justa tratándose de quien fuera electo el “gran chileno de nuestra historia”. No conforme con su pública defensa, el ministro también había llamado personalmente a la senadora para manifestarle su apoyo.

Mientras esta polémica se levantaba, Piñera, esta vez si el Presidente, anunciaba con bombos y platillos que promoverá la regulación de las uniones de hecho, incluyendo en ellas a las parejas homosexuales, siendo por tanto, el primer paso para la legalización de su matrimonio. El anuncio, por supuesto, fue alegremente acogido por los sectores de progresistas de nuestro país.
Ante estos dos hechos me pregunto: ¿No tendrá razón Hermógenes cuando, también valientemente, califica a este gobierno como el quinto de la Concertación?

Tuesday, June 8, 2010

Cargos de confianza. ¿Del Presidente o de la Concertación?

Tanto en el caso de Andrusco como en el de Otero, ambos perdieron, o jamás tuvieron, la confianza de la izquierda, por lo que las presiones para su remoción fueron constantes e implacables. La pregunta que surge es: ¿son estos cargos de la confianza del Presidente o de la Concertación?

¡Y la concertación logró su objetivo! Pobre de quienes osen levantar la voz y contrariar la versión de la izquierda acerca de la historia de nuestro país. Aun cuando lo hayan hecho de forma involuntaria e ingenua. Imperdonable que lo haga alguien que ejerce algún cargo en el gobierno, recordemos que para la izquierda, para la Concertación, ellos son el Estado, por lo que pareciera ser parte de su exclusividad moral y de sus derechos inherentes determinar quién cumple o no con las condiciones necesarias para ser parte de él. La reacción de la izquierda no es novedad, el ejemplo más reciente lo vimos en el caso de ex director de Gendarmería, Iván Andrusco, quien al ser nombrado por el Presidente en un cargo de su confianza, la pulida y bien ajustada maquinaria mediática de izquierda, elaboradora de desprestigio, emisora de juicios públicos y condenatoria, ejerció todo su poderío para lograr la renuncia de quien durante el gobierno de Lagos había escalado en su carrera profesional dentro de Carabineros. Hoy el ejemplo lo pone el ex embajador Otero, quien tras sus declaraciones, las cuales no me cabe duda son compartidas por la gran mayoría de la base de electores del actual gobierno, perdió la efímera confianza que pudo haber tenido su nombre en la Concertación y ante el “socialismo Kirchneriano”.

Tanto en el caso de Andrusco como en el de Otero, ambos perdieron, o jamás tuvieron, la confianza de la izquierda, por lo que las presiones para su remoción fueron constantes e implacables. La pregunta que surge es: ¿son estos cargos de la confianza del Presidente o de la Concertación?

Ante los cuestionamientos, algunos con algo de sustento y otros meras bravatas de pelilargos políticos, el gobierno ha tenido dos opciones:

A) Reconocer en ellos veracidad, y por ende, asumir un presunto error con tal de no provocar la extensión del enjuiciamiento y condena a todo el Ejecutivo y al propio Presidente, quien mucho ha trabajado para ganar la simpatía de los sectores progresistas de nuestro país.

B) Mantener las decisiones y enfrentar a la Concertación con fundamentos basados en sus propias ambigüedades, en el derecho de disentir de la izquierda, en la adoración de algunos concertacionistas por Cuba, su admiración por Fidel, por el Che, por Honecker. En el derecho de poseer visiones distintas de nuestra historia dentro del gobierno, como lo puede ser la del ministro Ravinet con la del ministro Fontaine o la del propio Otero, pero tener la voluntad de trabajar en conjunto por una igual visión de Chile, su desarrollo. Esto implica no solo hablar de pluralismo sino que ejercerlo verdaderamente. Es esa la tolerancia que enaltece a los países.

Hasta el momento, ¿qué camino ha optado el gobierno? Claramente el primero, el más fácil, el cortoplacista, el que paradójicamente nos deja anclados al pasado que precisamente se pretende superar, pero ello no implica la supremacía de una version por sobre la otra, sino el reconocimiento y el respeto de ambas. El gobierno optó por el camino temeroso, aquel que avala a la Concertación y que agrada a su electorado, pero dudo lo haga de igual forma a quienes mayoritariamente votamos por el actual gobierno y esperábamos, a pesar de nuestras divergentes visiones del pasado, un nueva forma de gobernar.